Hoy amada abue cumplirías 93 años, ahora
celebras una nueva vida espiritual. Desde este pedacito de tierra te abrazo
espiritualmente confiando en que todo el amor que siento por ti sea llevado por
mi ángel de la guarda hacia ti. Hoy al despertar me encontré con tu sonrisa y
sonreí porque pude estar presente en casi todos tus cumpleaños contigo y cuando
no se podía el teléfono me ayudo a decirte cuánto te amaba. ¡Que afortunada
abue he sido porque siempre he podido celebrar tus cumpleaños! Recuerdo tu cumpleaños
91 pasamos todo el día juntas y esa ha sido mi mayor felicidad, te extraño un
montón pero no estaré triste porque ahora tú estas más cerca que nunca de
manera espiritual. Hoy vuela libre a donde tus alas te lleven. ¡Feliz
cumpleaños mi abue bella!
La muerte
de mi abuelita Naty hace un año me dejo un profundo dolor en el corazón, que
siento que poco a poco ha ido desapareciendo. Esta mañana es su cumpleaños, al
despertar sonreí y pensé en todos los cumpleaños que he pasado con ella, me
siento muy feliz por eso, porque siempre pude estar y abrazarla. Cuando vivió
en Estados Unidos fue más complicada abrazarla, recuerdo que pase un cumpleaños
con ella, fue en 1994 no recuerdo bien que hicieron mis tíos, pero sí la
felicidad de estar con mis abuelitos Naty y Moisés, eso hizo que no me sintiera
tan triste por estar lejos de casa, aunque estuviera de vacaciones siempre he
extrañado estar lejos de mi familia. Cuando me voy de viaje por trabajo también
extraño a mi familia y mucho.
Mi abuelita
siempre fue engreidora conmigo, recuerdo mucho cuando me hacía ensaladas de
zanahoria con apio, no era tanto que me gustarán sino que me parecía mágico
comer lo mismo que ella. Su recuerdo sentada en la esquina de la cocina
comiendo mote dulce, es una imagen que me hace sonreir, creo que son de los
pocos momentos que recuerdo en que mi abuelita disfrutaba como una niña. Ella
no realmente no tuvo infancia, fue dura. Trabajo desde niña en los platanales
de Iquitos, lavando ropa para ayudar a su mamá. Nunca me quizó hablar de su
infancia, en el último año que estuvo con vida, traté de conocer su historia
pero verla al borde del llanto cuando se lo pregunté hizo que desistiera de
seguir insistiendo. Quedará como un misterio, solo sé lo que mi abuelito y mi
abuelita me contaron: trabajo desde niña, se corto un dedo con el machete
cuando cortaba esas grandes ramas de plátanos y que la goma de un árbol logro
pegar, sin necesidad de operarla, su dedo funcionaba, cuando ella me acariciaba
veía ese dedo gordito largo y mágico.
Hoy mi abue
bella, ya no estás conmigo, ya no puedo abrazarte, ni acariciarte el rostro, ni
besarte. Pero si puedo decirte cuánto te amo y que ese amor me acompañara hasta
que nos reencontremos en una siguiente vida y aunque quizás ya no seamos familia,
sé que el amor es lo único que no acaba con la muerte. Hoy visitaré tu tumba como todos los domingos,
solo que hoy es tu cumpleaños y es sábado, me pone algo triste mientras escribo
no poder abrazarte, pero Dios es ahora tu vecino y esa es mi gran felicidad.
Tengo en mi corazón guardados todos los recuerdos contigo, tus abrazos que me
calmaban de la angustia de pagar mis deudas, todo lo podía soportar porque tú
me abrazabas, cuando me echaba a tu lado a ver televisión, cuando me ponía a
tus pies para ver tele siempre me alcanzabas tu almohadita, terca porque no lo
necesitaba, pero por darte gusto siempre la usaba. Ahora de vez en cuando
acompaño a mi tía Olga a ver televisión y me echo en tu lado, siempre me quedo dormida,
quizás porque tú me acurrucas sin darme cuenta, gracias por eso mi abue, porque
siempre llego tensa del trabajo y echarme en tu lado, me da tranquilidad. No me
había dado cuenta hasta que escribí este post. ¡Vez nunca me has dejado! Estas
cumpliendo tu promesa de cuidarme siempre, ya no puedo más estoy llorando
mientras escribo, es que te extraño tanto. Me viene a la mente el recuerdo de
nuestra despedida en el hospital de San Francisco, en el fondo ambas sabíamos
que no nos volveríamos a ver, yo solo le te dije: Abuelita nos vemos en la casa…
En el fondo sabía que esa sería la última vez que te vería, pero no quize
llorar, no quería que vieras llorar, no sabes cuántas veces he pensado que debí
volver para besarte, para aferrarme a ti, perder el avión, el trabajo, debí
quedarme a tu lado. Cuando salí me puse a llorar como una niña, mi tío Hugo me
consoló, yo no quería irme. Pero sabía también que sí volvía a tu cuarto, el
dolor para ti sería más fuerte. Sabía que esa mañana le habías preguntado a
Liz: ¿Vanessa ya viajo?, Liz te respondió que no, que ya iba. Cómo iba a
regresar a Perú sin despedirme sin decirte adiós, mi corazón al recordar ese
día se pone triste, todas las horas que demore en regresar a casa, las 4 horas
dentro del avión en Houston solo pensaba que podía estar contigo, la cuenta de
telefóno móvil me costó pagarla un año, nada de eso importa porque puede estar
cerca de ti. Fue por el móvil que Liz me dio la alerta el domingo previo a tu
partida: abuelita ha pasado su peor noche, se ha quitado todo. Creo que tenemos
que prepararnos. Fue también por el blackberry Messenger que Liz con su: Prima
dónde estas?, me alerto. No respondía Liz, eso me dio mala señal, pero no
quería aceptarlo, quería creer que Dios haría un milagro, cuándo el milagro ya
había sido hecho. Y el teléfon de mamá sonó: Tú habías partido. Que dolor más
grande, tan grande como cuando murió mi abuelito Moisés, la diferencia es que
yo estuve con mi abuelito, yo puede acompañarlo a pasar el umbral de la vida,
nunca voy a olvidar cuando abrió sus ojos cuando le dije: Todo va a estar bien,
al otro lado están tus papás esperándote, yo te amo mucho y nunca te voy a
olvidar. Él abrió sus ojos, me miro y una lágrima cayo, él que nunca lo vi
llorar, solo una vez cuando se despidió de Leo aquel año 2005, tal vez porque
sabía que no volvería a verlo, siempre le tuvo un cariño especial a Leo, quizás
porque le recordaba como fue él de pequeño, travieso.
Mi querida abue, bella, hermosa esta mañana antes de desayunar quería escribirte estas líneas de alguna manera para sentir que no estas físicamente, que estoy conversando contigo como cada noche al regresar de la oficina. Me haces mucha falta, mucha pero sé que también es hora de seguir adelante, de no doblegarme por las circunstancias, de luchar por lo que realmente quiero. Como me dijiste hace poco sin hablar: Amárrate los pantalones y lucha. Eso haré mi abue, seré una luchadora como tú. ¡Te amo! ¡Feliz cumpleaños!