Abue hermosa hoy recuerdo todos tus cumpleaños que pasamos
juntas, tus ojos chiquitos sonriendo, las tarjetas que te hacía y aunque ahora
no pueda abrazarte, besarte y decirte cuánto te amo, sé que Dios hoy será mi
mensajero. Hoy celebras en el cielo tu nacimiento terrenal, le doy gracias a
Dios porque me permitió engreírte, pasear, llorar y vivir la vida a tu lado. Mi
querida viejita de cuento aunque hoy no estés físicamente, tu amor y tu ejemplo de trabajo duro, de cariño por los
tuyos se quedan conmigo en el corazón. Extraño tus abrazos para consolarme
cuando tenía un mal día en el trabajo, tu promesa de pagar mis deudas cuando te
sacarás la tinka, siempre la jugabas religiosamente. Recuerdo aquella vez en
que antes de viajar a Estados Unidos te pusiste mal, tu corazón te empezaba a
dar el primer aviso, y yo sabía que el momento de despedirnos estaba cerca, ¿te
acuerdas? Que te abrace puse en práctica todo lo que había aprendido en
metafísica, use las fragancias, ore, no quería soltarte, no iba a permitir que
ese día me dejarás. Y Dios fue generoso, tu corazón se mantuvo fuerte. Nunca
voy a olvidar ese momento porque tener tu corazón cerca al mío como cuando tú
me sostenías de niña, hizo que orará como nunca lo había hecho, me hacía la
fuerte para no llorar, para transmitirte fuerza. Solo quería ayudarte. Y Dios
fue generoso hasta el final en cuidados intensivos en la ciudad distante, fue
generoso conmigo me permitió despedirme, abrazarte y decirte cuánto te amaba.
Nunca olvidaré ese momento tampoco porque es el momento más triste de mi vida,
aunque Dios no me permitió estar a tu lado el día de tu partida, si fue generoso
porque me regaló un año más contigo, ¿te acuerdas? Esa tarde en que te encontré
mirando por la ventana, con esa mirada triste, lejana y te pregunté qué te pasa
abuelita, tú me respondiste: “Estoy cansada, ya es tiempo de partir” mi corazón
se detuvo en ese momento, me aguante las lágrimas y te dije: Te prohíbo que te
mueras, tú no te puedes ir hasta que yo me case… Y tú con esa mirada traviesa
me dijiste: “Uy Guane tendría que vivir hasta los 300 años” y ambas empezamos a
reír. Ay mi abue, tú tenías tus ocurrencias. Así te recuerdo mi querida viejita
de cuento con una sonrisa, con una lágrima escondida pero sobre todo hoy la
memoria es generosa me trae tus abrazos. Y gracias al video escuche tu voz
nuevamente, mi abue bella, soy muy feliz por tenerte en mi vida porque sé que
desde el cielo tú me cuidas, tú nunca has roto una promesa.
Hoy mi abue hermosa quiero decirte una vez más que te amo
con todo el corazón y mientras vivas allí nunca morirás. Espero que el día que
me toque partir de esta tierra, seas tú quien me recibas.