Hoy hace una semana Dios me regaló conocer Oxapampa a través del servicio de EJE. Fue una
experiencia enriquecedora para mi fe. El
desafío de lograr que 60 chicos de cuarto y quinto de secundaria conocieran al
amigo que nunca falla, fue realmente una prueba de fe.
Un paisaje maravilloso nos recibió el viernes 7 de julio,
verde por donde mirarás, montes llenos de verdor. Una tranquilidad de calles
que en Lima no sé ve y el cariño de las Madre Vilma de la Congregación de
Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, fue nuestro primer
contacto con Oxapampa al llegar a las 7:30 a.m. de esa fría mañana.
Un rico desayuno nos esperaba, además de las ganas de
empezar a trabajar y conocer a los chicos por lo que estábamos trabajando hace
2 meses, parecía lejano el día en que convocamos al Equipo y todos dijeron sí,
incluso los que ya son padres. Todos por Cristo, más, más y más, emocionados
por servir. Por cumplir el sueño de nuestro buen amigo Pablo. EJE más allá de
San Pío X.
EJE no se cuenta se vive, bajo esa premisa los 60 jóvenes se
convirtieron en los primeros ejistas de Oxapampa. Tenemos mucha esperanza en
ellos, sé que Jesús cuenta con ellos para evangelizar a otros jóvenes de su
comunidad. Oro por eso.
En cuanto al Equipo que viajamos todos regresamos renovados
en el entusiasmo de servir a Cristo, más allá de nuestras edades, todos
hablamos el mismo idioma de Cristo. Fue bien paja trabajar con mis amigos, con
los que formaron mi fe, con los que me enseñaron a trabajar por Cristo con su
ejemplo. Me sentí de 16 años cuando entre al Equipo en 1993 y tenía tantas
ganas de servir, de aprender. Sin duda este retiro fue de Jesús, él se encargó
de enseñarnos que la perfección no existe, que él sabe lo que es mejor para
nosotros.
Te quedas en mi corazón Oxapampa, gracias por lo aprendido y
gracias por enseñarme que Dios hace todo perfecto.