domingo, 8 de mayo de 2011

Mi príncipe se casó











Los príncipes que más he seguido desde niña ha sido William Arthur Philip Louis, para muchos William y Henry Charles Albert David o simplemente Harry. Yo recién he conocido los nombres “reales” de los príncipes William y Harry, al menos yo siempre los llamé William y Harry como si formarán parte de mi círculo de amigos, quizás porque siempre tuve un afecto especial por la princesa Diana, quien murió trágicamente en 1997, recuerdo el hecho como si hubiera muerto una tía mía. Mi primer pensamiento fue: ¿Y William y Harry?. La historia de amor y traición de Diana y Carlos de Gales siempre me causo una gran indignación, no podía entender como Carlos- No, príncipe de Gales- traicionaba a la bella Diana con una mujer fea y con pinta de bruja de cuento. Fui recortando cuánta imagen que salía en los diarios, en esos tiempos no era tan fácil tener fotos de la realeza y mis propinas no alcanzaban para revistas importadas como Hola o Cosas, sus páginas estaban llenas de la vida real europea. Hoy el internet lo hace más fácil, pero sigo teniendo predilección por el papel.

Por eso, cuando se anunció el matrimonio de William y Kate, volví a tener emoción por el tema real, confieso que en los últimos 10 años deje de seguirlo. Y otra vez, la emoción de seguir de cerca una historia de amor muy singular: una chica nieta de mineros enamorada del príncipe William, heredero al trono del Reino Unido. Realmente una historia de cuento de hadas.

Siempre he visto a William y Harry como chicos comunes y silvestres, porque mis recuerdos de ellos siempre fueron de visitas de Diana con sus hijos a albergues o labores sociales. Eso me gusta de estos dos príncipes han tratado de cumplir el deseo de su madre de llevar una “vida normal” y veo en ellos, el reflejo de la Diana de los últimos años: vital, caritativa y cercana. Muchos creen que la realeza no debe existir, yo creo que tener una casa real en un país es la oportunidad de tener una casa de ensueño, en lo que todo lo que tú quisieras hacer o experimentar se logra. Claro eso a costa de la intimidad e individualidad de los que habitan en esas casas reales, que creó a veces se convierten en cárceles reales.

Cuando leí la historia de amor, que pasó por las mismas situaciones que pasa cualquier relación humana, entendí que no importa si llevas un título tan largo como el de William, el amor, es el amor y no importa si tienes “sangre azul” , el amor te cambia la vida y me alegra que sea Kate Middleton, una chica segura de sí misma que supo terminar con él cuando las cosas no marchaban bien, que es preparada y que se nota que lo ama por encima de sus títulos, me basto ver la manera como se miraban el día de su boda para saber que es AMOR REAL. Su primer beso “oficial” fue lindo, pero el segundo si fue hermoso y el gesto de la ahora, duquesa de Cambridge, de levantar los hombros después del beso como avergonzada, me pareció lo más natural y cercano a una amiga el día de su boda.

La boda que se realizó el 29 de abril del 2011 me pareció el acto más hermoso de amor, quitándole todo el protocolo que Guillermo y Kate tuvieron que cumplir por pertenecer a la Casa de Windsor, el amor se evidenció en cada gesto de los jóvenes príncipes. Para mí como un cuento de hadas, Guillermo vestido de rojo como todo un príncipe “azul” y Kate con un hermoso vestido sencillo blanco que la hacía parecer una princesa de cuento. Dicen que Kate tenía poster de los príncipes pero el de William era más grande y que ella le dijo a una amiga: Algún día me cansaré con un príncipe. Y el deseo se cumplió. Me alegra porque eso confirma la teoría de si tienes claro lo que quieres, el Universo te lo da. Así que seguiré firme en mi deseo de entrevistar al príncipe William, hoy duque de Cambridge y formar parte de ese exclusivo círculo del futuro rey de Inglaterra.

Una boda hermosa, me emocioné como si se casarán dos amigos míos. Aun guardo los recortes de periódicos de los príncipes y de Diana, esta noche al volver a casa los buscaré. Quiero recuperar esa inocencia de mis años de niña cuándo escribía en mi diario que algún día conocería al príncipe William. Mi príncipe favorito se ha casado y deseo que sea eternamente feliz con Kate.

Me ha impresionado leer todo a lo que tiene que renunciar ella para estar al lado de su príncipe. No comer mariscos, no firmar autógrafos, dejar de comer si la reina deja de hacerlo, no votar. Y bueno, yo con un príncipe como William feliz dejo de hacerlo. Pero eso sí, grande William y Kate en quitar de sus votos: La obediencia, ya no estamos en tiempos de “obediencias” estamos en tiempos de trabajo en equipo y respeto mutuo. Por eso leer que compartirán las labores de la casa, me parece espectacular.
Algo que me gusto que dijo el arzobispo de Canterbury: “Todos los matrimonios son bodas reales, porque los novios se convierten en creadores de su propio reino” Totalmente de acuerdo, todos los nuevos esposos tienen la posibilidad de crear sus propias reglas de convivencia, me preguntó ¿cuáles serán las de los duques de Cambridge? Me atrevo a especular: Will se encarga de los quehaceres de la casa una semana y Kate se encarga de administrar los recursos del hogar, alternando las semanas. Y así de manera equitativa, cada quien tendrá la responsabilidad de llevar las riendas del hogar, al menos hasta que el duque de Cambridge tenga que asumir su rol de Rey del Reino Unido. Pero mientras tanto confió en que los medios respetarán los dos años que los duques de Cambridge ha solicitado lejos de actividades oficiales, un detallazo de William para evitar que su amada Kate sucumba a los estragos del estrés de ser la “nueva” en la Casa Real. Desde aquí mi deseo para que el amor sea tu fortaleza para sobrellevar tu nuevo rol de princesa.
6:36 p.m.

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