Aceptar la partida de los seres que amas, es quizás, la más díficil de las pruebas a la que la vida me ha enfrentado, más cuando participas de una comunidad religiosa y sabes que ellos estarán mejor con Dios. Tu humanidad y espiritualidad se enfrentan.
Aceptar la muerte de mi querido abuelito Moisés, ha sido la prueba más díficil que he tenido que enfrentar en mis 29 años. Nunca sabre por qué Dios hizo que fuera yo, quien lo acompaño en su encuentro con Dios, nunca sabre por qué fui yo quien vi morir a mi abue, en ese momento las palabras fluyeron, mientras aguantaba las ganas de llorar, sólo me repetía internamente: Dios dame fuerza para acompañarlo a tu encuentro. Mi abuelita a su lado, le suplicaba que no la dejará. Yo acariciaba su cabeza mientras le decía que sus padres y hermanos lo esperaban al otro lado, sus ojos se abrieron, me miro y una lágrima corrió por su rostro pálido y luego se fue... No importa lo que dijo el inútil médico después: Hicimos todo lo que pudimos!!! Mentira! sólo armaron un show para que no los demandaramos. Me dolió el corazón como nunca antes, la navidad nunca será igual para mí, el 25 de diciembre será la fecha de su dolorosa partida.
En el momento de su partida, olvide decirle que mi tío Lucho también lo esperaba, esa ha sido la otra gran perdida de mi familia. Un día como hoy mi engreidor tío Lucho, se fue también. A las 5:30 am del 1 de agosto hace dos años, recibimos la llamada desde San Francisco: Javier tu hermano se ha ido. Yo, una hora después me enteraría de la noticia, sólo podía llorar porque durante una semana oré como nunca, hice todas las promesas que se puedan imaginar desde rezar el rosario todas las noches, dejar de comer todo lo que me gusta y oré y oré pero Dios ya tenía su decisión, mi tío tenía que encontrarse con él.
Dicen que las personas buenas se van antes, porque ya cumplieron su misión. Quizás la misión de mi tío fue hacerme entender que no podía vivir enfadada con Mi "Daddy", como él llamaba a mi papá en nuestras largas conversaciones tío- sobrina. Extraño esas conversaciones cariñosas y los paseos a todos esos lugares que no podía ir regularmente: el Centro de Lima, por la galerias artesanales sin preocuparme del tiempo, porque tenía toda la paciencia del mundo para aguantar mis largas inspecciones de tiendas, artesanías y miniaturas que me fascinan... Extraño esa paciencia y complicidad.
Hoy que se cumplen dos años de su partida, no me queda más que decir que para mí él nunca se fue, su cariño y consejos los llevo en mi corazón y quizás siempre me cueste pensar que ya no esta aquí.
Mis queridos abue y Tío Lucho, desde estas líneas quiero que sepan que he luchado consistentemente por cambiar, por seguir sus consejos y por ser menos biliosa, han pasado dos años y ahora puedo decirles que al fin puedo estoy cambiando. Sé que desde allá arriba ustedes me cuidan y vigilan que no me salga de la línea. Abue: La hora es la hora, fuera de la hora no es la hora. Tío: Sobrina ama a tu Daddy, cuando él no este vas a lamentar no haberlo abrazado.
Hoy sólo puedo decirte tío que me arrepiento de no haber hablado por teléfono más seguido contigo. Abue me arrepiento de no haber pasado más tiempo escuchando huaynos contigo, de no haber sido alumna aplicada de quechua y hoy, a pesar que me esfuerzo en recordar tu particular silbido, no logro reproducirlo.