viernes, 3 de octubre de 2008
Cinthia, la niña de pocas palabras
Hoy viernes ha sido un día especial. Los niños del colegio Alto Perú de Huachipa nos visitaron. Aunque para mí comprometerme un viernes cuando tengo más trabajo fue díficil, acepte porque después del encuentro Proniño que asistí, nació el deseo de ser parte de este proyecto que me ha devuelto sensibilidad.
Proniño es un programa que busca erradicar el trabajo infantil. Una tarea que se realiza en todos los países donde esta Telefónica, no todo es tan malo, y esta mañana me toco ser la hermana mayor de Cinthia, curiosa coincidencia, hace unos meses una de mis amigas llamadas así dejo de serla, por cosas, que ahora digo de niñas. Nuestra labor era trabajar con ellas, que estuvieran con nosotros y compartieran la experiencia de un día en Telefónica.
Hola me llamó Vanessa, bienvenida. Delante de mí tenía a Cinthia, una niña de gorro, callada y que me miraba con desconfianza, no le soltaba la mano a su amiga Ceci. Poco a poco esa timidez se fue esfumando cuando la lleve al piso 7 donde trabajo, la sente a mi lado y empezamos a trabajar en el portaretratos, que ella y yo convertimos en una obra de arte, todo menos un marco de fotos je,je. Ni bien me senté mi jefe me anunció que debía enviar una nota de prensa. Me puse tensa, al mediodía debía bajar a Cinthia para su taller de manualidades, solo faltaban unos 20 minutos y yo tenía que lanzar la nota de prensa, sin descuidar a Cinthia. Casi muero de infarto, nada peor que no prestarle atención. Pero me las arregle para hacer las dos cosas con cierta habilidad.
Envie las notas y esuve lista para llevar a mi hermanita menor al primer piso. La deje por unos minutos para volver para la hora de almuerzo. Disfrute muy poco el pollo a la brasa, que de almuerzo nos dieron. Una llamada de un periodista me saco de quicio y me puso de malhumor hasta el final de día. Todo se junto hoy viernes 3.
Lo que más me conmovió fue el abrazo que me dio Cinthia en el ascensor, se aferro a mí. Y le sonreía, perpetue el momento en una fotografia en mi celular para no olvidar nunca lo afortunada que soy: pude estudiar. Ese sentimiento de ternura se unió al regalo que me hizo de un caramelo, cogio una para ella y me dio otro a mí.
Yo no sé si fui una buena hermana mayor, nunca lo he sido sino preguntele a Mirtha. Pero hoy entregue mi mejor sonrisa, mi tiempo pero sobre todo mi corazón. Hoy, Cinthia me devolvio la esperanza y el compromiso de trabajar por una sociedad en la que trabajar no sea cosa de niños.
Cinthia se fue con su gorrito plomo, con su mochila llena de regalos y con un pedacito de mi corazón. Es increíble como en unas horas puedas tomarle cariño e interés a una niña. Mi pequeña amiga, me gustaría que leyerás este post, veré la forma de hacertelo llegar. Sólo en la noche me enteraría que vive con sus abuelos, porque no tiene padres. Y mientras conversabamos haciendo la tarjeta, le hablaba de mi abuelito y entiendo porque me miraba con tanta atención. Espero se haya llevado el consejo de mi abue: estudia mucho, se servicial siempre y honesto.
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