La niña que se entrego… Venerable Mari Carmen. La lectura de su biografía ha dejado en mí hoy una agradable sensación de tener en mis manos el tesoro de amar a Dios por sobre todas las cosas. Revivió en mí el amor al prójimo, la caridad, el temor de Dios y la convicción de que nunca Dios me deja sola. Y también el deseo ferviente de encontrarme con la voz del Padre en la oración.
El libro llego a mis manos un viernes hace dos semanas, esa semana le pedí a Dios una respuesta y vaya que me la dio: a través del Padre Sebastián. Él me regalo esta obra que al llegar a mis manos me dio la respuesta a lo que buscaba. La contratapa me conmovió: Carmelitas Descalzas, que hermosa coincidencia, yo estudie en El Carmelo, y la vida de Santa Teresa siempre me llamó la atención. Intuí que Dios me estaba diciendo algo más, siempre me da más de lo que le pido. El padre me dijo que me daba dos días para leerla y que luego le comentará que me pareció. Yo tomé dos semanas para hacerlo, entre las excusas del trabajo y el negocio, el libro siempre al lado de mi cama. Hasta que decidí leerlo. Esta mañana lo terminé, cada pasaje de la vida de la pequeña Santa me conmovió, lloré en las últimas páginas, ¡Que pureza de alma!. Recordé mi primer encuentro con Jesús a los 6 años: San Pío X, un domingo, misa de niños, yo paradita al lado izquierdo de la parroquia, vestida con el vestido rosado que tanto me gustaba, y sentí la gran necesidad de levantar la mirada. Y allí encontré a Jesús, clavado en la cruz, su figura me toco el corazón, recuerdo claramente la sensación de tristeza al verlo, y mis ganas de abrazarlo para que cambiará de cara. Desde ese momento supe que Dios me llamaba. Y hasta ahora sólo he estado huyendo de él.
Leer la vida de Mari Carmen, la pequeña niña española que se entrego a Jesús, hizo revivir en mí el deseo de ser Santa, el deseo de trabajar por Cristo sin importar lo que piense mi familia, sé que Dios me llama y aún no sé exactamente cómo lo serviré. Pero siento que Dios siempre me ha pedido que lo sirva. Quizás desde el matrimonio, sé que no tengo vocación de laica consagrada, yo deseo casarme y tener hijos y mi deseo ferviente de que alguno de ellos sea llamado por Dios, sería una bendición. Hoy mi alma se regocija en la paz que Dios me ha dado esta semana. Esta semana en que me sentí destrozada, exhausta física y mentalmente. Dios me devolvió la fortaleza y me regaló la oración. Ayer al ir al Santísimo, escuché la predica del Padre Hugo, sacerdote de mi infancia y adolescencia, testigo de mi trabajo parroquial. Y una frase hizo que me quedará: “Si están triste, pidan consuelo al Espíritu Santo”, y lloré porque yo entre triste a la parroquia, siempre encuentro paz en las Iglesias. Lloré tan fuerte, que sentí que Dios me miraba. Luego fui al Santísimo y lloré mucho pidiéndole por mi alma, por las personas que amo, por mi corazón confundido, por mi negocio, por mi mami, por mí. Porque si logro encontrar el equilibrio, sé que mi familia estaré bien.
Esta noche del 31 de mayo a mis 31 años, sé que Dios me llama y que a ejemplo de Maricarmen debo conducir mi vida con la pureza y caridad que la niña elegida por Dios supo irradiar en sus escasos 9 años de vida. Hoy que la vida se empecina en ponerme pruebas a mi fe y mi moral, sé que si pido fortaleza, el Espíritu del Señor vendrá en mi auxilio. Nada me hace más feliz que seguir los pasos de Cristo, vivir para Cristo y ser sus manos en la Tierra. Esta semana puse mi don del consejo a favor de tres grandes amigos, de corazón los aconseje. Y ayer el padre Hugo dijo: Deben poner el don que han recibido al servicio de los demás. Y le doy gracias a Dios por darme ese don y por ponerlo al servicio de amigos tan queridos.
Desde esta bitácora quiero decirles que Dios está en cada uno de ustedes, esperando a que quieran escucharlos. Todos tenemos nuestros momentos con Dios, no se trata de imponer, sólo búsquenlo cuando lo sientan, pidan y les dará, busquen y encontrarán. Dios no te juzgará por tus actos pasados, te juzgará sólo al final de tus días. Dios es bien justo, si eres bueno con tu prójimo, ¡créeme estas más cerca de Dios que cualquiera!.
Dios está cerca, más cerca de lo que crees. Confió en que esta bitácora te hará reflexionar de su presencia en tu vida. Hoy le di gracias por el hermano que tengo, hoy que es su cumple, es maravilloso abrazarlo y decirle que lo amo, agradecerle porque desde niño me enseño a vivir la vida intensamente. Dios quiere más a los pequeños porque son puros y dicen lo que sienten, por eso nos pide que seamos como niños. Y yo soy una niña, ja,ja siempre me dicen que maduren, ¡ven no puedo contradecir a Dios!
El libro llego a mis manos un viernes hace dos semanas, esa semana le pedí a Dios una respuesta y vaya que me la dio: a través del Padre Sebastián. Él me regalo esta obra que al llegar a mis manos me dio la respuesta a lo que buscaba. La contratapa me conmovió: Carmelitas Descalzas, que hermosa coincidencia, yo estudie en El Carmelo, y la vida de Santa Teresa siempre me llamó la atención. Intuí que Dios me estaba diciendo algo más, siempre me da más de lo que le pido. El padre me dijo que me daba dos días para leerla y que luego le comentará que me pareció. Yo tomé dos semanas para hacerlo, entre las excusas del trabajo y el negocio, el libro siempre al lado de mi cama. Hasta que decidí leerlo. Esta mañana lo terminé, cada pasaje de la vida de la pequeña Santa me conmovió, lloré en las últimas páginas, ¡Que pureza de alma!. Recordé mi primer encuentro con Jesús a los 6 años: San Pío X, un domingo, misa de niños, yo paradita al lado izquierdo de la parroquia, vestida con el vestido rosado que tanto me gustaba, y sentí la gran necesidad de levantar la mirada. Y allí encontré a Jesús, clavado en la cruz, su figura me toco el corazón, recuerdo claramente la sensación de tristeza al verlo, y mis ganas de abrazarlo para que cambiará de cara. Desde ese momento supe que Dios me llamaba. Y hasta ahora sólo he estado huyendo de él.
Leer la vida de Mari Carmen, la pequeña niña española que se entrego a Jesús, hizo revivir en mí el deseo de ser Santa, el deseo de trabajar por Cristo sin importar lo que piense mi familia, sé que Dios me llama y aún no sé exactamente cómo lo serviré. Pero siento que Dios siempre me ha pedido que lo sirva. Quizás desde el matrimonio, sé que no tengo vocación de laica consagrada, yo deseo casarme y tener hijos y mi deseo ferviente de que alguno de ellos sea llamado por Dios, sería una bendición. Hoy mi alma se regocija en la paz que Dios me ha dado esta semana. Esta semana en que me sentí destrozada, exhausta física y mentalmente. Dios me devolvió la fortaleza y me regaló la oración. Ayer al ir al Santísimo, escuché la predica del Padre Hugo, sacerdote de mi infancia y adolescencia, testigo de mi trabajo parroquial. Y una frase hizo que me quedará: “Si están triste, pidan consuelo al Espíritu Santo”, y lloré porque yo entre triste a la parroquia, siempre encuentro paz en las Iglesias. Lloré tan fuerte, que sentí que Dios me miraba. Luego fui al Santísimo y lloré mucho pidiéndole por mi alma, por las personas que amo, por mi corazón confundido, por mi negocio, por mi mami, por mí. Porque si logro encontrar el equilibrio, sé que mi familia estaré bien.
Esta noche del 31 de mayo a mis 31 años, sé que Dios me llama y que a ejemplo de Maricarmen debo conducir mi vida con la pureza y caridad que la niña elegida por Dios supo irradiar en sus escasos 9 años de vida. Hoy que la vida se empecina en ponerme pruebas a mi fe y mi moral, sé que si pido fortaleza, el Espíritu del Señor vendrá en mi auxilio. Nada me hace más feliz que seguir los pasos de Cristo, vivir para Cristo y ser sus manos en la Tierra. Esta semana puse mi don del consejo a favor de tres grandes amigos, de corazón los aconseje. Y ayer el padre Hugo dijo: Deben poner el don que han recibido al servicio de los demás. Y le doy gracias a Dios por darme ese don y por ponerlo al servicio de amigos tan queridos.
Desde esta bitácora quiero decirles que Dios está en cada uno de ustedes, esperando a que quieran escucharlos. Todos tenemos nuestros momentos con Dios, no se trata de imponer, sólo búsquenlo cuando lo sientan, pidan y les dará, busquen y encontrarán. Dios no te juzgará por tus actos pasados, te juzgará sólo al final de tus días. Dios es bien justo, si eres bueno con tu prójimo, ¡créeme estas más cerca de Dios que cualquiera!.
Dios está cerca, más cerca de lo que crees. Confió en que esta bitácora te hará reflexionar de su presencia en tu vida. Hoy le di gracias por el hermano que tengo, hoy que es su cumple, es maravilloso abrazarlo y decirle que lo amo, agradecerle porque desde niño me enseño a vivir la vida intensamente. Dios quiere más a los pequeños porque son puros y dicen lo que sienten, por eso nos pide que seamos como niños. Y yo soy una niña, ja,ja siempre me dicen que maduren, ¡ven no puedo contradecir a Dios!